7.21.2012

Descifrando a Judith

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Sabía que Judith había leído a Pizarnik por como llevaba el escote: Mostrando poco, con los sostenes algo flojos, dejando caer las tetas lo más bajito posible. Esta pequeña nostalgia la acentuaba con su camisa blanca y pantalones negros con un corte casi recto. Era ser testigo de como ella asesinaba cualquier intención sexual en ella, como si le huyera a los espejos, cómo si su miedo fuese “L'obscurité des eaux “

Ya ves que hay mucho por descubrir en 71 pulgadas de mujer sin limites.

Judth era de estas mujeres que te daban todo en un silencio, te daban una sonrisa que se expresaba estrechamente en sus ojos. Te daba un suspiro ajeno, un recuerdo que nublaba cualquier intento de besarla. Te daba todo sin darte nada. 

Siempre me daban las diez y media en los pies de Judith. A las diez treinta huíamos al chiste incómodo más cercano y ahí nos refugiábamos de los versos que buscaban nuestra derrota carnal. Buscaban que de alguna forma nos rindiéramos ante la seducción del son mezclado con ron. Huíamos a nuestro traguito de indirectas con nombre.


En el suelo ya descansaban las prendas que vestían a Judith. En el piso ya descansaban sus miedos y su timidez, la dama que trababa de 7 AM a 7 PM. En el piso descansan sus tabués y los que diran, descansa el silencio.
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