"Quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre.
Una amante continua.
Agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro."
Charles Bukowski.
Siempre sonríe el sol cuando paso al frente del hotel dónde sólo durmieron nuestros planes.
Y
pensar que fue casi absurdo, leernos; tratar de convencernos que por
alguna razón tus ganas eran mis ganas, que nuestros besos a lo mejor se
pertenecían.
Quizá
pensamos todo aquello porque nuestra felicidad no necesitaba llenar
ningún vacío de nuestra existencia. Así que nuestros dedos se buscaron,
ser hicieron tacto irreversible, se unieron al ego y al sexo. Nuestros
dedos se humedecieron y se mojaron de nuestras ganas, se ensuciaron de
jugo vaginal y de semen a distancia.
No nos preocupamos por el ruido que aquellas pajas iban a causar.
La
que no sonríe es esta falta que hacen nuestras almas desnudas plasmadas
en canciones de otros, en poemas aleatorios, en periódico viejo. No
sonríe nuestra historia porque ya se ha perdido en la mente de García
Márquez.
El
sabor imaginario de tu entre piernas es mi cáncer y tus tetas, las
cuales nunca toqué, serán las causantes de mi demencia senil.