La vida está llena de ironías, muchas veces eres tú el que ganas y otras no, no gana nadie y solo se pierde el tiempo. Ahora el que sufre de las ironías soy yo, respirando despacio, disfrutando del asombroso don llamado paciencia, de mi café, soñando con los ojos abiertos y recordando historias entre los pestañeos de mis ojos, los cuales cada vez caen con más fuerza, imponentes, pero con calma, despacio.
Digo lo de las ironías, porque cuando eres siempre el vencedor, cuando eres el que disimula estar perdiendo para poder burlarte, cuando tienes todo es muy díficil perder, hacerte perder. Yo siempre tuve la muerte en mis manos, la veía vencer, siempre fuí el eje, la causa, yo mismo inventaba los motivos y no necesitaba más nada.
Ahora que mi muerte me tiene en sus manos y no yo a ella, que prefiero morir a perder mis ideales por amor, a dejarme vencer. Porque el amor cuando viene de manos impuras es peor que la muerte, es peor que un coctel de torturas.
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