12.12.2011

El Bar de Paco.


Para Paco Cifuentes.

Se va la noche, no tengas prisa, quédate a desayunar. 
Si nos echamos de menos te llevo de puntillas a cualquier portal.
Vestida de Domingo - Paco Cifuentes.


Según nuestro lenguaje corporal era la última copa, la que culminaría la noche en el bar y daría paso al lado B de la misma, la que despertaba en mi apartamento. Aquella era la copa que daría el toque final a aquellos 127 minutos de interesante y coqueta conversación tipo forplei, del que te hace inventar uno nervios que no existen, nervios que te hacen lucir tierno.

Era un 5 de Septiembre y Barcelona nos regalaba una luna radiante de esas que enamoran multitudes y luego de todo aquel alcohol estabamos bañados en un silencio tímido y que pedía otro silencio más reservado, y los tragos ya golpeaban, sentíamos un swing de esos en que mueres como pato en final de temporada. No nos dábamos cuenta de nada, al menos eso decía aquel tremendo jumo, así de tremendas eran las ganas de llegar al piso para comernos a besos. 

Su nombre era Isabel y la había conocido en las afueras de la facultad de psicología en el año 2003 y desde aquel entonces no la había visto. Recuerdo que en aquel entonces nuestra química era una fusión leal entre dos componentes extraños que sí sabían lo que querían pero no tenían idea de cómo arder; eramos dos elementos alelos buscando una excusa para ser útiles dentro de lo imposible, eramos dos locos.

Nuestro encuentro fue pura coincidencia y luego de varios años, yo frecuentaba en un pequeño mercado de productos orgánicos que está ubicado a varios bloques de mi apartamento. Siempre trataba de ver la actividad de ir al mercadito como una misión cuyo objetivo era buscar vitaminas y limones sin muchas arrugas, porque si no sabían: los limones con cáscara lisa son los menos propensos a estar secos por dentro. Y así mismo estaba ella, de verde, pero no un verde igual que el de los limones, eso sería hablar mentira, pero sí; de verde y con un amigo al lado, que suerte. Yo debía tener unos seis años esperando un encuentro como éste y me recibe con un gorilote de llavero, que bonita la vida. Luego de varios minutos, de conversar con ella y con el que resultó ser su muy amable hermano, decidimos quedar en el bar que siempre nos daba refugio luego de salir de la facultad, el bar de Paco.

Ahora estamos aquí, pleno 2009, Barcelona igual que siempre y nosotros hablando con los nervios en los dedos, de camino a mi piso a continuar la noche. Ya no somos aquellos dos átomos neutros que se conocieron en la universidad, somos dos seres compuestos de experiencias desconocidas que buscan saciar  la curiosidad que vive en nosotros desde hace varios años, nos estamos conquistando, nos estamos perdiendo el uno en el dos, somos A y B en una misma intersección, dos actos que quieren fusionarse para ser una sola obra.

Entre jugueteos subimos las escaleras y el pudor fue lo que permitió que llegara a abrir la puerta del piso, no sería algo correcto lo de ser vistos en el pasillo y desnudos por uno de los vecinos. Entramos despacio como quien entra a robar un beso y es la caballerosidad la que me baila lento en las palabras y le llego a brindar algo de tomar o que si quería una picadera para amortiguar un poco toque que le han dado los tragos, me dijo que no. A los dos minutos de besarnos en el sofá me pregunta si podía usar mi baño, que si lo podía usar conmigo.

Mi piso, que no es tanto un piso, es un studio hecho de lo que quedaba de uno, es bien acogedor. Tengo el espacio suficiente para respirar, leer, escuchar música, cocinar, dormir y follar. Es barato, queda cerca del centro y llevo viviendo aquí desde mis últimos años en la universidad. El baño debe ser uno de los más incómodos que quizás he imaginado, era espacioso; pero tenía una de estas bañeras que están en el medio de la nada, es muy linda para las fotos y leer mientras te fumas un cigarro, ¿Pero para follar? ¡Tremendo lío!

Ya nos habíamos despojado de casi toda la ropa y sin pensarlo mucho nos metimos a la bañera, forzando toda ley física del espacio, sobraban pies en los aires, sobraba agua en el suelo, sobraban ganas. Nuestra química ya era una fórmula física y quizás algo más. Eramos mordidas, gritos, risas. Nos burlábamos de la forma en que nuestros cuerpos bailaban fuera de la tina y no dentro; de como aquella conversación de forplei se había ido a la mierda y se había convertido en un festival de risas. Eramos dos niños jugando a la seducción, tratando de ser amantes.

Y pasó el sudor, pasó el sexo y los orgasmos, me vine en sus tetas y muchísimos detalles que voy a desviar para luego. Estaba ahí descansando al lado de ella, en un nivel desconocido de mi resaca por el alcohol y ahora una resaca causada por el éxtasis que me brindó su cuerpo. Yo feliz, sonriendo, pensando en pedirle que se quede para el desayuno, disfrutar como se ve vestida de domingo, prepararle el café, estresarla con las noticias. Estaba yo en el borde de pedirle un matrimonio libertino por tiempo ilimitado.

2 Comentarios:

Joddys Tollinchi-Peralta dijo...

Me gusto MUCHISIMO, la parte de los limones me acordo a papi hahahahahahaha y tienes la bañera que añoro :) algun dia noa tocara que nos sobren los pies en la de nosotros! Te adoro babe y estou orgullosisima de tu talento amor! :*

kel dijo...

¡her-mo-so! :D

 

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