No podemos matar el tiempo sin herir la eternidad.
Henry David Thoreau
Un mal entendido se esconde dentro de una funda de doritos que sólo contiene aire y que, por suerte de la vida, causa risa. Se esconde en los pies bonitos, en las afueras de una institución mental, quizás en una sala de espera donde no sé sabe lo que espera, de si ganar o si perdemos. Los mal entendidos esconden verdades a medias dentro de mentiras muy lindas.
El mal entendido nace de una conversación aerea, de un mito que nos cuenta lenguaje corporal que nadie sabe leer pero que todos conocen. Nace en el momento en que cuidamos tanto las palabras que llegan a mal interpretarse y se hacen inmortales para el olvido.
Pero siempre está ahí, a la espera de que uno tropiece y mal piense. En espera de que se escape una sonrisa y se mal interprete, porque de ahí es que emana la más dulce de las virtudes: La capacidad ilimitada de hacerse el loco.
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