Y me contradigo,
no necesito tenerla
de frente para admirarle,
no se necesita de su cuerpo,
porque sus palabras ya están
y sus palabras son ella
y algo más,
son dos cuerpos,
dos puertas de entrada,
una mente siempre abierta.
Hay un verso
que se esconde en sus mejillas
un sentimiento nostálgico
un abrazo en el exilio
una copa a la mitad,
un tango que te hace decir:
"Diablos Gardel, gózame
a escondidas, en esta guarida,
sin que Romero se entere
de que eres mi luz
y mi gran salida".
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