A mí me gusta tomar el café desnuda. Respiro el café, así como
la ciudad respira del estrés de sus transeúntes. Mis dolores de cabeza son inexistentes
cuando dejo mi vestidura de dignidad en la cama a la hora de tomar mi pequeña
gran dosis de cafeína.
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La ciudad consume hasta al más fuerte pero nos deja
historias. Nos deja una manera diferente de respirar. Nos deja muchos bolsos
diferentes que llenar, todos de historias, cuentos distintos, amores que ven y
vienen en segundos. La ciudad nos cambia la forma de caminar, de ver, de
sentir. La ciudad y su gran capacidad de
marchitar nuestro reloj biológico para enaltecer nuestra alma.
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[D]Arte en todos los lugares de la ciudad, en los túneles
del metro, en los parques. Gemidos en vivo, notas musicales que hipnotizan.
[D]Arte en los museos que se han refugiado en las paredes, en los puentes, en
las manifestaciones.
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Hay dos torres nuevas en la ciudad. Hay dos torres nuevas en
la ciudad y yo sigo mojando mis panties con los extraños que me desvisten con
sus ojos en pleno High Line.
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