Luego los iré organizando. Por ahora sólo he podido meterlos
ahí, como pude, cómo quise.
Nunca me había sentido tan cómoda con lo que he callado, ya
sé que todos mis silencios están ahí, dónde nadie los pueda tocar, por lo menos
no por ahora, no si quiero que alguien revise puerta por puerta todos los
closets que hay en mi sala y habitación.
Cómo no tengo que guardar mis silencios entre las piernas he
pasado a ser una mujer capaz de guardarlos aunque me lo metan bien, aunque
grite, aunque se me vengan en la cara y me bañen en gloriosa miseria.
Ya no cargo con el nudo en mi garganta. Ya no desembolso mi
escondite portátil en medio de todos.
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