Ningún corazón más rojo que tú.
Paco Cifuentes.
“Enamorarse no es complicado.”
Es lo que siempre me decía Daniel, el
reportero que trabajaba a mi lado. Quizás nunca será el hombre que
más mujeres va a conquistar, pero sí el que más se ha enamorado.
“Y es que no necesitas de mucho.
Sales a la calle, respiras y te enamoras de que estás vivo, de que
tus peos hieden y que todos te sienten presente en el momento que
decides soltar uno en algún lugar público, quizás en el café bien
pequeño de la esquina.
Es suficiente con mirar a Carlota, la
de la recepción, mirarle a los ojos y enamorarte de ella en los
siete segundos que toma para que sus ojos terminen en su pecho y su
sonrisa se mude a tu cara. Todo fresquito; tetas de vitrina que te
reciben en tu infierno de oficina.
Para enamorarnos tenemos toda una vida.
Dos segundos son necesarios para ilusionarte, sonreir y que en tu
cabecita nazca una historia que quizás sólo tú te estés
imaginando, y que sólo tú llegarás a conocer. Te animas, la
recibes con un abrazo y la sientas en la comodidad de tu sala
cerebral; para que crezca y se alimente de otras ideas.
Porque enamorarse es eso, un péndulo
sin regreso. Una bobada, un sin sentido metafísico. Un latido que se
escapa para vivir en otro corazón.”
Al parecer soy un poco diferente, pero
diferente en la explicación, no me enamoro muchas veces porque para
mí todo lo que me presenta el mundo es una mentira. No hago nada con
las tetas de Carlota, no hago nada mudándome a un corazón que quién
sabe porque late, o si está muerto, o si vive de penas; de ilusiones
falsas.
Para mí es algo más allá de la
fricción del momento. No es dejarse llevar, no es caer, es
relacionarse. Es darse cuenta que dentro de una mirada hay muchas
respuestas, muchas dudas, muchas ganas de curiosear y seguir
conociendo. Que dentro de nuestra reacción química hay una mezcla y
no una simple combustión aleatoria e impulsiva. Porque no hay nada
mejor que lo compartido, mas en esa vida de abrazarse con cierto
compromiso, por poco que dure, pero abrazarse y quererse con respeto.
“¿Y no crees que eso es enredarse de
más?” Me dice Daniel, mientras se queda viendo el culo de Diana.
“De por sí la vida anda en coqueteo constante con nuestras
complicaciones, ¿Para que complicarnos más? Porque no tiene sentido
el andar por ahí buscando otra persona a quien enliar con tus
problemas hormonales, con tus mañas..”
Disculpa que te interrumpa, Daniel.
Pero me gustaría saber ¿Que hacen tú y tu soledad en una noche
cualquiera, cuando una bossa los embriaga y se ven a los ojos, varios
besos después?
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