8.23.2012

Bossa.


Ningún corazón más rojo que tú. 
Paco Cifuentes.

“Enamorarse no es complicado.”

Es lo que siempre me decía Daniel, el reportero que trabajaba a mi lado. Quizás nunca será el hombre que más mujeres va a conquistar, pero sí el que más se ha enamorado.

“Y es que no necesitas de mucho. Sales a la calle, respiras y te enamoras de que estás vivo, de que tus peos hieden y que todos te sienten presente en el momento que decides soltar uno en algún lugar público, quizás en el café bien pequeño de la esquina.

Es suficiente con mirar a Carlota, la de la recepción, mirarle a los ojos y enamorarte de ella en los siete segundos que toma para que sus ojos terminen en su pecho y su sonrisa se mude a tu cara. Todo fresquito; tetas de vitrina que te reciben en tu infierno de oficina.

Para enamorarnos tenemos toda una vida. Dos segundos son necesarios para ilusionarte, sonreir y que en tu cabecita nazca una historia que quizás sólo tú te estés imaginando, y que sólo tú llegarás a conocer. Te animas, la recibes con un abrazo y la sientas en la comodidad de tu sala cerebral; para que crezca y se alimente de otras ideas.

Porque enamorarse es eso, un péndulo sin regreso. Una bobada, un sin sentido metafísico. Un latido que se escapa para vivir en otro corazón.”

Al parecer soy un poco diferente, pero diferente en la explicación, no me enamoro muchas veces porque para mí todo lo que me presenta el mundo es una mentira. No hago nada con las tetas de Carlota, no hago nada mudándome a un corazón que quién sabe porque late, o si está muerto, o si vive de penas; de ilusiones falsas.

Para mí es algo más allá de la fricción del momento. No es dejarse llevar, no es caer, es relacionarse. Es darse cuenta que dentro de una mirada hay muchas respuestas, muchas dudas, muchas ganas de curiosear y seguir conociendo. Que dentro de nuestra reacción química hay una mezcla y no una simple combustión aleatoria e impulsiva. Porque no hay nada mejor que lo compartido, mas en esa vida de abrazarse con cierto compromiso, por poco que dure, pero abrazarse y quererse con respeto.

“¿Y no crees que eso es enredarse de más?” Me dice Daniel, mientras se queda viendo el culo de Diana. “De por sí la vida anda en coqueteo constante con nuestras complicaciones, ¿Para que complicarnos más? Porque no tiene sentido el andar por ahí buscando otra persona a quien enliar con tus problemas hormonales, con tus mañas..”

Disculpa que te interrumpa, Daniel. Pero me gustaría saber ¿Que hacen tú y tu soledad en una noche cualquiera, cuando una bossa los embriaga y se ven a los ojos, varios besos después?

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