Este pueblo ya no es como era antes, ya no
hay fé, no hay energía. En este pueblo ya ni llueven las tetas.
Ahora todo está cubierto de una deprimente sobriedad primitiva y un
eco saludable que nos separa de la esperanza ilimitada, de los sueños mojados.
Ya no llueven las tetas, no se ven
gotear con suavidad mientras desafían la gravedad. Ya no hay un
pezón que nos llene de letras el cuaderno donde escribíamos bellas
historias. Ya no hay estrías, sólo existe una histeria cortante que
nos envuelve en su pasado amargo.
Ya no llueven las tetas, ahora hay un
sostén que lo controla todo. Éste pueblo ya tiene una esperanza regulada, se ha convertido en una gran mierda.
Foto de Héctor Carbuccia.
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