Era un domingo llegaba después
de tres días comiendo el mundo. .
Pereza
de tres días comiendo el mundo. .
Pereza
El viejo me decía que hay un bar para todo corazón roto,
que existe un refugio desinteresado para quien lo necesite,
para quien necesite ese trago dulce con final amargo
para quien deja con el dolor del alma un ayer y varios mañana.
Me contaba que siempre hay una canción,
una mesera de pocas palabras y abierta, abierta a propinas,
y un bartender, que siempre te atiende y te entiende
y dependiendo de lo que compres, te quiere.
Y hay un olvido que sabe a caña, me decía,
que no hay un ayer que sobreviva si lo mezclas con nicotina
que el mañana sabía a melón y que la promesa de un mundo
mejor resulta más saludable cuando es hecho de uva o arroz.
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