¿De que
morir si no es de escalofríos? Le decía.
¿Por dónde
empezar a morir si no es por los labios? Me decía.
No vale la
pena vivirlo todo, también hay que morirse en cada intento.
Morir cada
vez que se pueda y quiera,
Cansarse.
Crear una
mala costumbre de recordar cada muerte placentera.
Abrirse a
la muerte.
Dejarse
llevar por ella aunque ya le hayas dado la gran bienvenida.
Morir en la
sobriedad de un marzo perdido.
Y ya
muertos, renacer en un beso.
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