Te brindé y no quisi'te, así que límpiate ei boso y di que comite.
Joseito Mateo.
Mira, Antonia. Yo te voy a contai una vaina pero por mi madre que si tú le cuenta a aiguien, yo te ajoico.
Usuaimente yo no saigo ai patio a esa hora pero tenía que haceilo. Eran la' 3 y cuaito de la madrugada y tuve que salí a bucai mi unifoime poique ai otro día tenía clase en el liceo y tenía la nesecidá de teneí la ropa lista, planchaita. Ya tú sabe, saigo yo con ei miedo. No impoita que aquí nunca haiga pasa'o na', pero tú ve, ei miedo siempre ta' ahí, ai diablo no hay que juchailo mucho.
Yo he muy raro que guinde la ropa ceica de la mata de mango, pero todo lo coidele taban lleno poique Anyari había lavao hoy tó su ropa luego de llegai de la capitai, no sé de donde saca to' esa jodienda que se pone; se combina ma' que una caja fueite.
La vaina he que cuando yo quité la primera pieza de ropa, de un prontico, se me ha metío una calentura, pero una rechura demasiado rara, Ramona. Parecía, vea, un tizoncito, era un calor de eso que dan como al finai de la cuare'ma, una putería que ni yo me puedo eplicai. Poique he veida que yo nunca he sido muy santica, pero nunca me había pueto así, como si nunca hubiese probao ei guto.
Ahí 'taba yo, creo que hasta medio mojaita, sola, loca por echai un poivito y ya jaita de dame placei yo minma con la mano. Ahí 'taba yo, calientica, sola en ei monte, loca poi singá, sin podei llamai a ninguno de los'ombre poique si lo hacen te miran todito raro en ei paique, así como miran a Einetina, la de papo y a Josefa, la de Caché. Madijta cosa de viví en la loma, no se pone tan difícil la cosa en la novela de la socho.
Casi casi acabando de recogei tó se me aparece Epedito, ei profesoi de epañoi. Yo me hago la loca y muevo un chin una ramita pa' no tenei que vocea su nombre. Yo siempre lo asecho cuando ei coge ese caminito cuando sale de la casa de Anita. Éi siempre ha táo aficiao de esa muchacha y ella es loca con ei motoconcho deí cruce, se la pasa andando con éi en el parque, tó lo domingo. Epedito se paniquea un chin pero luego le pito y se me acerca, mueito de la risa.
Yo ni sé lo que hice, sólo sé que me le fui pegando chín a chín, hablándole de la tarea de epañoi y dejándole sabei que yo cumplí mi 18 año ei mimito día que nació Balaguei, para que no se me asustara y me dijera que no por menoi. Y me le iba pegando aipacitico y le di la mano, sonreí y me puse iguai de colorá que lo afiche dei paitido refoimita, que en pa'decanse.
Y ahí taba yo, casi bailándole pegao ai profesoi Epedito, me le taba regalando, asutá. Mueita deí miedo poique a papi le'n daría una cosa si me agarra singando en ei monte. Ahí taba yo, Antonia, calientica como ei soi de la doce y Epedito como que no quería. Lo tuve que convencei de que yo no quería na con éi, que era aigo de esa noche y ya, que era putería mía. Le dije que si quería hata me la tragaba, esa aquerosidá, pa'que viera que ni quería barriga de éi ni ná de eso.
Ahí casi amanecimo, sueite que papi no se dio cuenta, sueite que lo tíguere dei paique nunca me han vito raro. ¿Será poique ei profesoi no va ai paique? Quizás poique lee sabe que la mujere nesecitamo. Ay, Antonia, yo ni sé.
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