5.18.2012

La madrugada ha llegado al club.


Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me
I’m not sleepy and there is no place I’m going to
Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me
In the jingle jangle morning I’ll come followin’ you

Bob Dylan

La madrugada ha llegado al club
y las ganas de dormir siguen en casa, 
escondidas, quizás planeando la venganza junto al sol,
quien siempre nos despierta con mala cara.

La madrugada ha llegado al club
y trae pornografía, pop corn, 
viene en pijamas, 
nos damos cuenta que no trae ropa interior
pues sus pezones ya se destacan
y al doblarse su falda la delata.

La madrugada ha venido a visitar y la ansiedad se espanta.

La madrugada ha llegado al club... 
¡Y Cuidado! ¡Tiene un arma!. 
Parece que ha venido decidida
 a robarnos los sueños, las ilusiones y las palabras.

La madrugada ha dejado el club y se nota que está borracha, la vimos caminar por Bridge Street y parece que cantaba. No me di cuenta si era Mr. Tambourine man y si sólo cacareaba. Quizás busca en la luna el reflejo de las ilusiones que hoy nos quitaba. Quizás tan pura, quizás tan diabla.

Y la gran duda que nos regala la madrugada es que no se sabe si es noche o mañana. Es como estar con una mujer con primera vez: No conoces sus mañas. No sabes si debes agarrarla por la cintura o por el pelo, no sabes donde tiene el cosquilleo. No sabes si ama u odio el juego por ciertos agujeros.

Eso es la madrugada: Una dama con la cual nunca te has mezclado, un palomeo constante con aquella mujer que se te insinua y no le marchas por miedo a fallarle. Inconclusa la madrugada, incierta, tan dinámica y a la vez estática. Pura física basada en números imaginarios.

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