A todos nos llega ese
momento en que nos convertimos en adultos. Seres humanos que pensamos
un poco más las cosas porque supuestamente hemos madurado. Llega la
hora. De una manera un poco más de pueblo: Es la etapa en que
nuestro cuerpo está biológica y mentalmente preparada para
enfrentar la reproducción, dar vida, procrearnos, venirse bien
espeso, básicamente.
Para otros, convertirse en
adultos es soltar muchas niñadas que quizás ni eran propias de la
edad. Soltar la inmadurez de andar jugando con el tiempo de los
demás, con los sentimientos de una que otra popola vista como
objeto, en fin; soltar y enfriarse la cabeza. A muchos le de con esto
hasta los 35 años de edad y luego se convierten en adultos, sientan
cabeza. Quizá un poquito tarde.
Yo no estoy seguro en cual
de las definiciones hubiese caído de haberme catalogado. Carrera
casi terminada, drop out, feliz con mi esposa. Muchos dirían que era
un pana con todo bien calculado, con ese plan perfecto de familia, de
protección anticonceptiva, el viaje a Alemania el año siguiente,
etc. Pero la verdad es que no. No había plan. La vida la llevaba on
the go, sin presupuesto, sin límites. ¿Qué sin excesos? Claro, ni
un exceso. Pero si muchos gustos, sin importar cual fuese. Era
levantarme, pensar que hacer, decirme sí, y hacerlo. ¿Qué pasará
la semana siguiente?. No sé, algo pasará y se resolverá.
Mi gran momento de lucidez
adulta fue cuando me enteré que iba a ser padre. No cuando dejé de
vivir con mi mamá, tampoco cuando pagué mi primer mes de renta, no
fue en mi primera entrevista de trabajo, tampoco fue la primera vez
que me atracaron. La transformación es increíble, la sientes. Es
como cuando te imaginas cambiando un pañal cagado y ese mismo pamper
te cae arriba, pero ya la mierda está arriba, encima de ti. Te
vuelves esa mierda de los nervios. Te sientes, para decirlo en forma
un poco más formal, responsable.
Tus planes aparecen, toman
forma, van contigo por la calle, te toman de la mano. Los planes te
aparecen en los anuncios del banco, toma sentido aquel comercial en
que el padre empieza a ahorrar para la universidad de su hijo. Tiene
hasta sentido que baje de peso porque necesito energías para cuando
Max me pida que lo lleve al parque, que haga pila de cosas, que...
mierda. Soy adulto.
Soy adulto y me choca, me
vuelve loco. Ya hay sistema. Ya me interesa la política, me interesa
el futuro del mundo porque mi hijo vivirá en él. Le doy mente a un
futuro, a soluciones de problemas que ni existen. Soy adulto. No
papá, adulto. Porque ser papá es bien fácil, no es como ser madre,
que se pasa trabajo, embarazo, casi siempre responsables de todo lo
que hace la cría, chuparse mil vainas machistas, etc.
Soy un adulto y ya no
pienso tanto en mí. No es que era un total egoísta con mi esposa
antes de saber que iba a ser papá; pero todo cambia. Es tan tal..
que luego de verla dar a luz me siento más en deuda con ella. Ese
pana dio mucha lucha para salir de ahí.
Ya han pasado los meses,
quizás más de un año, mi hijo ya tiene 9 meses, casi camina y nos
llena de pura felicidad.
Ahora llega otra etapa en
la que siento que debo crecer, de nuevo, mínimo será podrirme de
tanta madurez. Ya el mundo me exige necesidades y tomar decisiones
importantes, decisiones que ya no son sólo mías, son de tres. De
cuatro si tomamos en cuenta la inocencia de Max. Tan bonito mi
loquito.
Si ver su sonrisa cada día
es el precio que debo pagar por ser cada vez más adulto lo pago con
todas las ganas.
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